Una de las primeras piezas que realicé estando en Uruguay
La cosa es que después de esta primera, muchos amigos empezaron a regalarle lechuzas de todo tipo, traídas de viajes, o simplemente por su originalidad.
Luego del secado de la pieza, se le realizó la primera cocción, se esmaltó y le hicimos un Rakú. Lamentablemete no tengo imágenes de ese mágico momento, en el que la pieza se debe sacar del horno al rojo vivo, para ser introducida en un recipiente lleno de aserrín.
El aserrín con el calor que desprende la pieza se incendia inmediatamente, dejando la superficie de la pieza totalmente negra.
Al limpiarla con un paño, el esmalte se ha cuarteado por el cambio brusco de temperatura, y todas las grietas son indefectiblemente de color negro.
Este proceso puede revertirse si vuelve a hornearse la pieza nuevamente, pero no fue el caso de mi Lechuza.
No mucho tiempo después el Taller que frecuentaba cerró, se mudó, y lamentablemente perdí muchos trabajos que habían quedado allí.